Alertados por el reciente remonte económico, que podría paliar la incertidumbre que los ciudadanos de los múltiples países afectados por la crisis vienen sufriendo desde hace dos años, altos cargos de los bancos del G5+1 ('el jersey', en palabras de Bono) se han reunido con el fin de hacer frente a este escenario.
"El asunto es muy simple", afirma uno de estos magnates, "si la gente acaba por creerse que las cosas van a ir bien, sacan la pasta que llevan poniendo durante años en el banco, se la gastan en un par de casas en la playa, y se nos acaba el negocio", refiriéndose a la inmovilidad total del capital de la mayoría de los asalariados en estos tiempos, y a la gran masa de ahorros depositados indefinidamente en los bancos por precaución.
"Normalmente nos van más los grandes agentes, como gobiernos", continua, "Nos pensamos una historia con gancho, que si activos tóxicos, que si una gripe A letal ('venir de México le daba un toque exótico, así como de cartel colombiano', apostilló en privado tras sus declaraciones) y al final, el gobierno paga a una de nuestras empresas una suma millonaria para arreglar el problema y todos contentos. Pero durante demasiado tiempo, se nos ha escapado el hecho de que el agregado de consumidores finales también atesora una gran cantidad de dinero que podría no gastar; una vez nos dimos cuenta, la pregunta era sencilla: ¿en qué se está gastando sus ahorros esta gente pese al acojone que les metemos en el cuerpo constantemente?".
Parece ser que la respuesta fue tan sencilla como sorprendente: comida.
"Esta vez, la vamos a petar", asegura otro de los banqueros, "Les vamos a decir que la comida de determinados colores se ha demostrado venenosa." Todavía no se han decidido por el nombre (se baraja 'Crisis alimentario-cromática', o 'Crisis del Alimento X' tras el éxito viral), pero parece claro que se comenzará con el color verde, englobando coles, judías y otros tantos vegetales.
"Si yo le dijera, tome tome, cómase esto, aunque sea de color verde ponzoñoso, ¿usted se lo comería?", inquiere el banquero, "Lo dudo", concluye. Con esta política se espera reducir el gasto mensual del ciudadano al 0%, y que todo ese dinero no gastado revierta en los bancos en forma de ahorros. "Lo bueno es que luego podemos cambiar el color de nuevo".
Las eventuales consecuencias de estas medidas (prohibición de dichos alimentos, desarrollo de medicamentos para combatir los efectos perversos de su ingesta, cierre de cooperativas actualmente boyantes, tratamientos en hospitales a malnutriciones crónicas) sólo parecen ofrecer nuevas oportunidades de crecimiento, según el grupo de banqueros. "Total, a nosotros nos da igual el bolsillo del que salga la pasta mientras se le pueda dar caña al mono".
Autor colaborador: d.
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